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Evitar ver hacia dentro

  • Miedo al rechazo
  • Competir incesantemente
  • No pedir ayuda
  • Miedo a cometer errores
  • Agresividad
  • Incapacidad de tomar decisiones
  • Irresponsabilidad
  • Falta de empatía
  • Falta de autorregulación emocional
  • Incapacidad de tener relaciones profundas
  • Sumisión
  • Necesidad de perfección
  • Baja autoestima
  • Desconfianza
  • Relaciones de dependencia
A veces creemos estar ‘bien’, cuando en realidad sólo estamos evitando ver hacia adentro y hacernos cargo de nosotros mismos.
Todos estos síntomas que se manifiestan en nuestras interacciones con los demás ponen en evidencia las heridas que venimos cargando desde nuestra infancia, que muchas veces fueron creadas por haber sido educados de manera ‘tradicional’.
Los gritos, los golpes, el miedo, la culpa, los chantajes, los premios, los castigos… Dejan secuelas, profundas.

Y no, no son necesarios, en ninguna etapa, se puede educar diferente, se puede acompañar con amor.
Y cuando no creemos que esto sea posible, nos toca revisar nuestra propia historia. Difícilmente podremos dar algo que no recibimos, sin embargo, en el aquí y ahora, podemos trabajar en nosotros mismos para ser mejores padres.
Solo necesitamos abrirnos a la posibilidad, reconocer y abrazar nuestras heridas.
Hoy puede ser mejor que ayer.
Hoy podemos ser mejores que ayer.
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