Generalmente utilizamos 3 estilos de relación, ya sea con nuestros hijos o con los que nos rodean:
Punitivo o autoritario – las acciones pueden ir en contra de la persona y aunque haya una buena intención y estructura, el objetivo de enseñanza se pierde por la forma en la que se impone.
Permisivo – las cosas se hacen por el otro o para el otro, no se reconocen las capacidades ni se desarrollan habilidades. Se vive para el otro, dejando por un lado las propias necesidades y se utiliza la culpa para llenar estás carencias.
Negligente – las demandas en la relación superan nuestros propios recursos y no estamos en la capacidad de dar nada. Nos sentimos agotados y quemados por lo que no nos encontramos emocionalmente disponibles.
Por generaciones se han utilizado estas 3 formas de relacionarse, que van estableciendo las bases de la vida adulta. Sin embargo existe una cuarta, la ‘firmeza amable’ como dice Dreikurss o restaurativa.
¿Por qué se le puede llamar así?
Porque balancea los ejes de las relaciones, utiliza la firmeza para establecer límites claros y dar estructura y la combina con la amabilidad para que la calidad y la calidez de la relación me permita influir en el comportamiento del otro.
Lograr este equilibrio requiere de mucho trabajo de introspección hacia mi propia historia, de consciencia acerca de lo que hago en la actualidad, de establecer metas a largo plazo y de ir conectando todo para lograr resultados.
Cualquier momento, es el momento perfecto para empezar, podemos educar con amabilidad y firmeza, si así nos lo proponemos.
