Al hablar de horizontalidad dentro de las relaciones entre padres e hijos, me he topado con esta creencia: ‘si les doy poder a mis hijos, no los voy a poder controlar’ y esto mueve muchas emociones que terminan en luchas de poder.
Crear espacios cooperativos requiere compartir el poder. Aunque también necesitamos entender que hay situaciones en las que si los podremos involucrar en la decisión y otras en las que tendremos que comunicar la decisión. En ambos casos es necesario saber que cuando nos sentimos incluidos, escuchados, parte de y tratados con justicia la colaboración es mucho mayor.
Si bien es cierto que no todas las decisiones pueden consultarse, en todas podemos incluir y crear espacios de participación y contención que nos ayuden a comprender la situación y lo que conlleva.
En lugar de sentir que me hacen algo a mi o contra mi, sentir que lo hacen conmigo cambia el ambiente y los resultados.
Cuando incluimos a los demás, sean grandes o chicos, se apropian del proceso y se recibe el mensaje: tu perteneces aquí, eres importante.
Y cuando me siento importante, me dan ganas de colaborar y participar.
Entonces evaluemos:
¿Con nuestra actitud hacia los demás, estamos invitando a competir o a colaborar?
